Instrucciones para una Pintora o La Mujer Azul
(Original de Maria Isabel Rivas)
Ella tenía luz propia:
Ella tenía luz propia:
era azul
Había buscado entre los artistas
las llaves de la belleza,
París
Roma
Durante años
persiguió una ciudad dormida
Para despertarla
Para retratar sus amaneceres,
sus noches cerradas
Para abrirse a sus ojos,
habitarla,
embarazarla de sus pinceles
Y después…
verla renacer:
su más anhelado amor
Apagó la oscuridad
Y se erigió en la luz de los días de invierno
Vio nacer sus obras:
Negros con luz circular
Hombres de hielo
Mujeres azules
de pájaros huidizos
En el jardín de los misterios,
existía su casa:
un lugar que se alzaba hacia arriba
Allí donde,
levantada la forma,
se la veía crecer.
Como su pintura
La ciudad y ella emergieron
mientras en las alturas,
los pájaros
contemplaban el transcurrir de la eternidad
Sus cuadros
vivirían eternamente:
los abrazó a las rutinas,
y los descifró entre lienzos
que absorbían la vida
Las flores junto a ella
mimetizaban sus casas de terracota:
esfuerzos para alcanzar el calor del bronce
Pero un día pensó en regresar al pasado.
(Quizás París).
Dos maletas,
una puerta abierta:
melancolía
Y la lluvia gimió
comenzó a golpear sus cristales
mostró su violento color azul metálico:
autorretrato y esencia de una tormenta
No había otro camino.
estaba en su ciudad imantada,
su ancla,
su devenir
Cerró la puerta.
la lluvia cesó,
y el fino hilo que teje la memoria
se deshilachaba:
cayeron los recuerdos que pugnaron por volver
Ella,
y su destino,
habitaban allí